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jueves, febrero 16

LA COCHINILLA: UN INSECTO DE PURA SANGRE


Texto y fotos: Julie Sopetrán



EL COLOR DE LAS VOCES ANCESTRALES

Sarapes y ponchos, tapetes,
alfombras, cortinas, vestidos
y telas de algodón:
cantan los colores,
reminiscencias de los glifos
zapotecos, mixtecos...
Ecos de grecas que entonan
los dibujos que ríen
las artesanías más antiguas.
Teotitlán, tlan de telar
de madera,
tlan de hilo cardado
por las manos puras
de la niña, del niño
aprendiz de sueños.
Tlan tlan de grana
de la cochinilla
que pinta de vida
el eco de los dioses
todavía vivo
en estas tierras...
 

Julie Sopetrán



UNA LEYENDA


Escuché una leyenda muy bonita. Dicen los antiguos mixtecos, hace miles de años, que dos dioses tuvieron una cruenta lucha entre ellos, porque los dos querían ser los dueños de una nopalera. Tanto lucharon que tiñeron con la sangre de sus heridas las pencas de los nopales. Desde entonces, se considera al nopal portador de la sangre real. Cuando murieron, los hermanos de estos dioses, enviaron nubes a recoger la sangre y así cubrieron la planta de un manto blanco. La grana era la sangre de estos dioses y en el capullo quedó la nube como manto.




DÓNDE SE CRÍA


La grana de la cochinilla se cría especialmente en Perú. En España, Chile y México, concretamente en Oaxaca. Unos cuántos artesanos mantienen vivo el cultivo para teñir con los diferentes tonos de rojo sus artesanías de textiles. Casi perdida esta tradición, hoy poco a poco se va recuperando.

La grana cochinilla de Oaxaca es de gran importancia y allí se puede contemplar su producción realizada con todo esplendor, también la cultivaban los indígenas y la siguen cultivando hoy en Puebla, Campeche, Chiapas,  Michoacán, Tlaxcala, México...
La grana, para que sea buena, necesita un clima caluroso y a la vez seco. La zona mixteca es ideal para esta plantación. También los Mayas sabían de estas prácticas de la cochinilla, así como los Chancy, los Incas, Los Paracas...



LA GRANA


Esta gran nochestli, que así la llamaban, aunque su verdadero nombre es dactylopius coccus costa, mide de tres a seis milímetros de larga. Es un insecto homóptero que pertenece a la familia dactylopidae. Vive tres meses y es el macho el que forma el capullo. Una vez que ha cumplido su misión, sale y muere. Tarda tres o cuatro días hasta hacer explotar su aparato de la boca que es cuando fecunda a la hembra.


Esta hembra pondrá hasta quinientos o seiscientos huevos en cuarenta y ocho horas, sobre la penca del nopal, allí encontrará un sitio para establecerse como su verdadero paraíso. No olvidemos que es un parásito. Saciará su apetito y no se moverá.  Esa sustancia del nopal será su constante alimento. El jugo maravilloso que lleva en su química es la atraquinona, con ello hará el milagro de los compuestos y el ácido carmíneo. Después, es el ser humano el que sacudirá las pencas en los llamados tapescos, donde caerán las hembras arrastradas por los cepillos hechos de cola de venado. Más tarde, éstos animalitos se secarán y serán machacados hasta convertirse en polvo de grana, que puesto en el agua con el mordente, un fijador, especie de ceniza de madera de encino, como si fuera cáscara de aguacate, es el que dará cuerpo al tinte mágico.



PRODUCCIÓN


Este colorante mágico, natural, del carmín rojo, también se usa en la farmacia y para dar color natural a muchos alimentos. La cochinilla se llama coccus cacti. Es en Perú donde se produce más cochinilla: 40% carmín y 60% en forma de insecto. Se pueden producir cuatro cosechas anuales. En cada ciclo se producen hasta dos gramos por penca. Está comprobado que un huerto entre seis a ocho años de edad, produce has las diez mil raquetas por hectárea en la poda. Un huerto puede producir a los cinco años hasta cincuenta mil pencas con una densidad baja de doce mil plantas hectárea.



El precio se cotiza hasta 130 dólares el kilo si la grama está seca, si es grana para reproducirse, la venden hasta ocho mil pesos el kilo. Un huerto verdulero, puede dar grandes ganancias hasta los ochocientos mil pesos por hectárea.  Antiguamente se pagaban tributos con la cochinilla. Se entregaba en forma de talegas o panes que los llamaban nochestlitlaxcalli, era como una pasta-tinte, también se ofrecían mantas o hilos ya teñidos. Después del oro y la plata, la cochinilla se mandaba a España por barcos, como también llegaba a Flandes, Venecia, Génova  e Inglaterra. Durante más de cien años, la cochinilla coloreó los trajes reales y los textiles de Europa  a finales del siglo XVIII. En 1754, sólo en Oaxaca hubo una producción de unas ochocientas toneladas.



SU ENEMIGO


El enemigo número uno de la cochinilla, ha sido la modernización con sus traídos y llevados colorantes artificiales. Los tintes sintéticos, las anilinas conseguidas a muy bajo precio, la industria química, casi acabó con este maravilloso producto natural.  Guatemala, Perú y las Islas Canarias, la cultivaron con gran éxito. El éxito fue debido a que tomaron buen ejemplo de las nopaleras de México. Y a que la industria ofrecía productos poco recomendables para la salud, especialmente aquellos derivados de la hulla del carbón, ese rojo no era recomendable como lo es el rojo de la cochinilla, por ser éste último un colorante natural.



PRODUCTO ANCESTRAL


Recordemos brevemente lo que decía Fray Bernardino de Sahagún:

"Al color con que se tiñe la grana llaman nocheztli, quiere decir, sangre de tunas, porque en cierto género de tunas, se crían unos gusanos que se llaman cochinillas, apegados a las hojas y que aquellos gusanos tienen una sangre muy colorada, esta es la grana fina que es conocida en esta tierra... A la grana que ya está purificada y hecha en panecitos, llaman grana recia o fina, véndenla en los tiánquez hecha en panes, para que la compren los pintores y tintoreros."

Este tinte natural  se le ha llamado "sangre de los dioses" entre otros muchos apelativos, como "oro rojo" "cochinilla indiana" etc. Son los artistas, los artesanos, los que más aprecian su contenido, para dibujar no sólo las máscaras, también la usan en su propia piel o ilustran códices, pintan murales, etc.. La antigua tradición se hace en telares de madera con hilos de lana cardados con esmero y pintados con la grana cochinilla, así elaboran pinturas vegetales y de la tierra. Son artesanías muy preciadas y apreciadas en México.



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