Archivo del blog

Mostrando entradas con la etiqueta Jardines. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jardines. Mostrar todas las entradas

jueves, marzo 22

LAS FLORES DE MÉXICO



Texto y fotos: Julie Sopetrán


México es un país de flores, florece cada día su exuberante vegetación, en cualquier rincón, en la casa más humilde, en el jardín más elegante, en el pueblo más apartado, en una puerta vieja, en una ventana descolorida, en cualquier lugar hay una flor, porque el mexicano no puede vivir sin sus flores y allí por donde vas encuentras  grandes variedades y te quedas sorprendida ante su belleza.


La flor nacional es la dalia, a la que los aztecas llamaban xicamiti. Esta flor la envió a España Vicente Cervantes en 1784. Pero si alguna flor es originaria de México, es el nardo, creíamos que era tan madrileña, pero es muy mexicana. Otra de las flores  originarias es la orquídea, sólo en Chiapas existen más de setecientas especies diferentes. Y ni que hablar de la Flor de Pascua.
Hablar de las flores de México llevaría páginas y páginas, te contaré de las que he contemplado en Michoacán, en Morelos, en Oaxaca, en Puebla, en Tlaxcala, en Guanajuato, en Acapulco, en la ciudad de México...


Merece la pena visitar este país sólo por admirar sus flores, sus jardines, su naturaleza, más pura y conservada que la nuestra. Pararse un segundo ante las tumbas en la fiesta del primero de noviembre ya te cambia la idea de la muerte. El color dorado del cempasúchil te transporta a la luz, a la vida y a la convivencia con los muertos pero también con los vivos.
Recuerdo una mula cargada de esta flor en Hueyapan, municipio de Telela del Volcán, en Morelos, me quedé fascinada ante su imagen. O el niño que carga su bicicleta de flores, también la muchacha que no deja ver su cuerpo porque lo envuelven los ramilletes.


Uno de los primeros jardines de México, fue el de Texcoco, data del siglo XV, Netzahuelcóyoti lo mandó construir en la roca, recreándose en las flores sobre los quinientos veinte peldaños de la escalera, que este rey poeta de los alcolhúachichimecas, mandó construir en la roca. Podemos imaginar la exhuberancia de las plantas y la variedad de colores adornando las cascadas, las terrazas, los mármoles y cada rincón de este lugar realmente mágico...



Lugar de ensueño como aquel otro jardín del "Cerro de la Langosta" en el bosque de Chapultepec. O aquel otro de Xochimilco. O el del Señor de Ixtapalapa, o el de Huaxtepec... Y tantos rincones de las aldeas donde nunca, nunca, faltan las flores, como las buganvillas, los cucuruchos de nieve a corazón abierto de las calas o alcatraces, los nenúfares, margaritas, tulipanes, las begonias, capuchinas, rosas, los narcisos, las malvas, los iris, la flor de pasión, hortensias, jacintos, amapolas, girasoles, las crestas de gallo, la flor del nopal, del agave, de la calabaza, la flor de nochebuena o cuetlaxóchitl y tantos otros nombres desconocidos para mi de tantas y tantas flores mexicanas.



El pueblo mexicano conserva conocimientos de la flora nativa de hace catorce mil años, ellos mejor que nadie en el mundo conocen las variedades de plantas, se calculan unas treinta mil útiles para vivir en este mundo. Eso nos puede dar idea de lo que son y significan las flores en México.



Tlaloc, el dios azteca del agua y de la lluvia me inspirará las flores nuevas que nacerán esta primavera en México. Y también Chac, el dios de la lluvia maya, y reconocido por su diadema de flores y Coatlicue, la diosa de la tierra y de la fecundidad, y Cozijo...  Los pueblos sometidos, pagaban tributos con flores y fue Moctezuma, el que le hizo la guerra al cacique de Tlachquiauco, Malinal, porque le negó una flor de tlalixquixóchitl, que le había gustado sobremanera al monarca mexica, un gran enamorado de las flores. Muchos de estos dioses, se cree que han nacido de las flores. Y aún más, para los mayas las flores eran sagradas, por algo uno de sus veinte días de su calendario se llama "flor". Xochipilli, el dios flor.



Juan Diego en su ayate llevaba rosas de Castilla, que no eran originarias de México, pero la Virgen, milagrosamente, se las había dado en el Tepeyac, aunque era invierno y no había flores en esa época. El jardín Borda de Cuernavaca, anfitrión de emperadores, es otro vivo ejemplo de la jardinería mexicana...



Cada flor de México tiene su leyenda, su historia, su perfume, su significado. El mercado de las flores, la calle de las flores, la casa de las flores, los patios de las flores, la ciudad de las flores, el lenguaje de las flores, los campos de flores... Los viveros existen por todo el país, en Veracruz, en Morelia, en Monterrey, en Morelia, en Puebla... Y todas las flores hablan por sí solas.



Son dalias, con sus colores brillantes, su rosa amarillo, su color burdeos, esta planta puede crecer hasta ocho metros de alta y existen más de treinta especies perennes diferentes. La salvia con sus flores ornamentales, parecen sombras brillantes de color azul. La gran variedad de  orquídeas, en Oaxaca, se cultiva una especie de hojas verdes plateadas, ornamental, preciosa, son de color blanco intercalando dibujos rosas pálidos con pétalos que parecen una luna en creciente. Dicen que crece en los acantilados y en las grietas de las rocas.



La flor de Pascua, a la que llaman estrella, por la forma; su leyenda, dice que un niño pobre, no tenía dinero para hacer un regalo como él deseaba. Entonces al verle triste, las malas hierbas del camino se convirtieron en brillantes flores de color rojo y verde. La llaman también  "hoja de llama". Y para los aztecas esta planta era símbolo de pureza, las hay blancas, rojas y rosas.



Por muchos caminos mexicanos recuerdo ver unas flores parecidas a las margaritas de distintos colores muy vivos, eran fleabanes, blancas y se van volviendo rosas cuando envejecen. En Michoacán y en Puebla abundan las buganvillas con sus hojas muy verdes, ovadas y sus flores en las puntas de sus ramas, pequeñas, amarillas, rodeadas de brácteas muy vistosas de colores variados, moradas, naranja rosa y blanco. Cuernavaca es un auténtico jardín, en pocas ciudades he visto volar enormes mariposas por las calles como en esta ciudad jardín. Los amarantos de Tehuacán, en Puebla, Oaxaca, Jalisco, con sus flores granates que resaltan paisajes. Las azaleas, las flores de la calabaza, las orquídeas silvestres, los cactus, las magnolias, los crisantemos, los gladiolos, las violetas, los claveles, los helechos "cuerno de alce" de variados colores, las aves del paraíso...   


En México todo se hace y se dice con flores, el cumpleaños, la boda, la muerte, la amistad, la religión, el amor, la sonrisa, el adorno, el recuerdo, el agradecimiento, la vivencia, la sorpresa, todo es flor. Recuerdo en uno de mis viajes, cuando entré al hotel me encontré en la habitación un gran ramo de flores de bienvenida y es el detalle el que habla de la conducta o la llegada, del adiós en la despedida, de la alegría en la presencia.



También las flores en México han sido el néctar de bebidas y las han utilizado como tintes, como esculturas, como medicina, como ritual religioso, como artesanías, como remedio para no envejecer, por ejemplo, de una clase de orquídea se hace pegamento para elaborar el arte plumaria...  Tan importante es la flor para el mexicano, que incluso las crea con sus manos, como las flores de papel que darían para otro artículo.  O las flores que se emplean para la medicina naturista. Y la gente vive de sus flores, en Querétaro, en Michoacán, en Morelos, en el Estado de México, se cultivan más de diez mil hectáreas de flores y en el país se gastan unos quinientos millones de dólares en flores al año, exportando también a otros países.


Desiertos, valles, planicies, bosques, milpas, grandes altitudes, jardines, hablan de flores y también los antiguos poemas indígenas manifiestan su amor a las flores. La reina Atotoztli, dice: "Yo, doncella mexicana, estoy meciendo al Anáhuac, de fragantes flores es la leche de mis pechos".  





Termino este artículo de las flores de México con una leyenda de la región tarasca, donde Tezpi, un personaje parecido a Noé, logró salvarse del diluvio junto con su familia y varias especies de animales. Cuando dejó de llover envió un zopilote para saber si ya había tierra firme, pero el ave no regresó, después soltó un tzintzuni, (colibrí) que volvió con un pétalo de flor, así pudo desembarcar y poblar nuevamente la tierra y nombró al colibrí como mensajero del sol. Porque si algún amigo tienen las flores en México, es sin duda el colibrí.



Según la tradición  oral Náhuatl, este poema: Flor y Canto.


In zan o ihui tinemi                                               ¡Así es como vivimos:

zan cuel achic in motioc                                       breve instante a tu lado,

monohuac in ipainemohuani.                              junto a ti, Autor de la vida:

Ni hual neiximacho                                              Vine a que me conozcan

tlalticpac ye nican.                                                aquí, sobre la tierra.

Ayac mocahuaz:                                                   ¡Nadie habrá de quedarse:

Quetzalli ya pupuztequi                                       Plumas de quetzal se hacen trizas,

intlacuilolli zan no pupulihui                              pinturas se van destruyendo,

xochiti a cuitlahui:                                               las flores, se marchitan.

ixquich ompa ya huicalo                                      ¡Todo es llevado allá

ye ichan.                                                                a la casa del sol!



¿Cuix oc nelli nemohua oa in tialticpac?             ¿Es que en verdad se vive aquí en la

Annochipan  tlalticpac, zan achica ye nican.       rra?

Tel  ca chaichihuitl no xamani,                             ¡No para siempre aquí, un momento

no teocuitlatl in tiapani,                                         en la tierra!

no quetzalli poztequi.                                             Si es jade, se hace astillas,

An nochipan talticpac, zan achica ye nican.        si es oro, se destruye,

                                                                si es un plumaje de quetzal, se rasga

                                                                ¡No para siempre aquí, un momento

                                                                en la tierra!        


lunes, mayo 9

LOS NOMBRES DE LAS FLORES EN LA LEYENDA MEXICANA

                                                     
LOS NOMBRES DE LAS FLORES EN LA LEYENDA MEXICANA


Fotos y texto: Julie Sopetran


Dicen que los dioses nacen de las flores. Pero según esta leyenda, fueron ellos quienes las crearon y las pusieron nombre. Los niños conocen una historia en México, de lo más curiosa. Está relacionada con los nombres de las flores. Se les enseña a los escolares de cuarto grado. De esta forma se familiarizan con dichos nombres y también aprenden a fijarse en su colorido y belleza.  Esta leyenda me la contó un niño de México, en un cementerio mexicano, allá en Michoacán.
Dicen que, cuando los dioses acabaron de hacer todas las flores que existen, pensaron que tenían que abrir sus corolas frescas por todos los valles y los montes y también a las orillas de las lagunas, sin olvidar las riberas de los ríos o entre los matorrales, también en los ribazos de las carreteras y los caminos o en las milpas. Creo que las flores oyeron las voces de los dioses. Es así como obedecieron y abrieron sus corolas tan hermosas y recién hechas.
Al estrenar la existencia, las flores se sentían confundidas cuando alguien usaba el nombre de FLOR. Dicen que todas volvían la cabeza a la vez. Y lo hacían porque no tenían nombres propios. Los dioses ya habían nombrado a los animales, uno se llamaba oso, otro jabalí, otro calandria, cenzontle, tórtola, cisne…Todos tenían su nombre. Pero las flores no se entendían entre sí porque no tenían nombre propio. No sabían todavía cómo atender a los que admiraban sus encantos.

Así fue como los dioses decidieron reunir a las flores en el Salón de los Nombres y de los Perfumes. Ordenaron a la chachalaca hablantina y al reluciente colibrí que avisaran a las flores, todas, para que asistieran a esta importante reunión. La chachalaca, no dudó en repetir el mensaje y sus gritos se oyeron desde muy lejos. El colibrí susurró la noticia de flor en flor. Durante todo el día y a la hora prevista, las flores desfilaron por la Sala de los Nombres y de los Perfumes y los dioses, que eran muy sabios y buenos, fueron poniendo nombres y creando perfumes en cada una de ellas y así quedó grabado para siempre.

Y los dioses decían: tú te llamarás Azucena, tú Jazmín, tú Gardenia, tú Cuetlaxóchitl, tú Alelí y así todas las flores que conocemos en todas partes del mundo: Azalea, Lirio, Violeta, Alcatraz, Rosa… Son miles de nombres. No podemos conocer todos, pero cada flor tiene su nombre. Y qué decir de los perfumes tan diferentes unos de otros en cada flor, para deleitarnos a todos y también los néctares donde acuden los insectos como las abejas, los dioses pusieron en cada flor una gota de miel para que la abeja las besara. Y también las  mariposas que revolotean sobre los colores.

                                                                       
El Cempasuchil (Claveles chinos en España)

Pero sólo una flor no se presentó en la Sala de los Nombres y de los Perfumes. Esa flor jugaba con los niños. La luz del sol la veía bailar y cantar y ella prefirió quedarse con ellos y no asistir a la reunión.
Es una flor muy alegre. Los dioses, que lo saben todo, lo notaron y ordenaron a los hombres y a las mujeres que no la llevaran a los altares ni de vivos ni de muertos, porque a esa flor le faltaba el nombre y el perfume, por lo que no tenía la miel en los labios y sobre todo, le faltaba a esa flor, la bendición de los dioses.

Los niños, dicen que se pusieron de acuerdo en proteger a su flor y fueron ellos los que decidieron ponerle un nombre a la flor sin nombre.   ¿Y saben cómo la llamaron?  Pues… Guie´tiiki o la flor que camina de puntitas. Todas las primaveras, cuando nacen las flores ya cada una con su nombre y perfume propios, cuando los valles se llenan de colores y los jardines de exhuberancia, entonces los niños la esperan y la llaman por su nombre postizo Guie´tiiki. La toman entre sus manos y juegan con ella y bailan y cantan, y desde entonces es así todas las primaveras. Y es que los niños son los dioses de Guie´tiiki. Ella es luz y sabe jugar, aunque no tenga perfume. ¿Tú quieres jugar con ella? Es toda una experiencia de nuestra infancia. Y fue así como este niño mexicano me contó la leyenda de Guie´tiiki. La que hoy quiero traer al blog no sólo para los niños, también para los lectores que todavía tienen alma de niños.
                 

JUNTO AL ARROYO (Villancico 2023)

  JUNTO AL ARROYO (Villancico 2023)   Y amaneció con escarcha el arroyuelo que pasa por la sombra de mi casa.   Aunque el sol br...